El fracking está relacionado con un aumento de casos de asma y linfoma en niños, según muestra un estudio de Pensilvania

Apr 05, 2024

Los niños que vivían más cerca de pozos de gas natural en Pensilvania, donde se perforaron intensamente, tenían más probabilidades de desarrollar una forma relativamente rara de cáncer, y los residentes cercanos de todas las edades tenían una mayor probabilidad de sufrir reacciones asmáticas graves, dijeron los investigadores en informes publicados el martes por la noche.

La investigación financiada por los contribuyentes realizada por la Universidad de Pittsburgh se suma a un conjunto de evidencia que sugiere vínculos entre la industria del gas y ciertos problemas de salud. Los investigadores encontraron lo que llamaron asociaciones significativas entre la actividad de la industria del gas y dos dolencias: el asma y un tipo relativamente raro de cáncer en niños llamado linfoma.

Los investigadores no pudieron decir si la perforación causó los problemas de salud porque los estudios no fueron diseñados para hacerlo. En cambio, los investigadores revisaron los registros médicos para tratar de determinar posibles asociaciones basadas en qué tan cerca vivían las personas de los pozos de gas natural.

Las empresas de energía utilizan la fracturación hidráulica o fracking para capturar gas natural encerrado en roca de esquisto. La técnica, utilizada junto con la perforación horizontal, implica bombear grandes cantidades de agua junto con arena y productos químicos a gran profundidad para romper el esquisto que contiene gas.

En el estudio sobre el cáncer, los investigadores encontraron que los niños que vivían a 1,6 kilómetros (1 milla) de un pozo tenían entre cinco y siete veces más posibilidades de desarrollar linfoma en comparación con los niños que vivían a 8 kilómetros (5 millas) o más lejos de un pozo. Eso equivale a entre 60 y 84 casos de linfoma por millón de niños que viven cerca de pozos, frente a 12 por millón entre los niños que viven más lejos.

En cuanto al asma, los investigadores concluyeron que las personas con problemas respiratorios que vivían cerca de pozos tenían más probabilidades de tener reacciones graves mientras se extraía gas en comparación con las personas que no vivían cerca de pozos. Sin embargo, los investigadores dijeron que no encontraron una asociación consistente con reacciones severas durante los períodos en que los equipos estaban construyendo, perforando y fracturando el pozo.

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El proyecto de cuatro años y 2,5 millones de dólares está concluyendo después de que el exgobernador del estado, el demócrata Tom Wolf, aceptara en 2019 encargarlo bajo la presión de las familias de pacientes pediátricos con cáncer que viven en medio del depósito de gas natural más prolífico del país en el oeste de Pensilvania.

Se había diagnosticado una forma extremadamente rara de cáncer de huesos, el sarcoma de Ewing, en docenas de niños y adultos jóvenes en una zona muy perforada en las afueras de Pittsburgh, y esas familias contribuyeron decisivamente a que Wolf encargara el estudio.

Pero los investigadores dijeron que no encontraron ninguna asociación entre la perforación con gas y la leucemia infantil, el cáncer de cerebro y de huesos.

Mientras tanto, los investigadores dijeron que sus hallazgos sobre los nacimientos prematuros y el peso al nacer entre las familias que viven más cerca de los pozos de gas se hicieron eco de las conclusiones mixtas de estudios similares. Hubo indicios de que la producción de gas podría reducir el peso de los recién nacidos en menos de una onza en promedio.

Edward Ketyer es un pediatra jubilado que formó parte del consejo asesor del estudio. Dijo que esperaba que los estudios fueran consistentes con investigaciones anteriores que mostraban que "cuanto más cerca se vive de la actividad de fracking, mayor es el riesgo de enfermarse con una variedad de enfermedades".

"La pregunta más importante es ¿por qué alguien se sorprende por eso?" dijo Ketyer, quien es presidente de Médicos por la Responsabilidad Social de Pensilvania.

Los informes se publicaron al comienzo de una reunión pública el martes por la tarde para discutir los hallazgos, organizada por la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Pittsburgh y el Departamento de Salud del estado, en el campus de la Universidad Estatal de Pensilvania Western.

Varios estados han reforzado sus leyes sobre el fracking y la eliminación de residuos durante la última década. Sin embargo, los investigadores han dicho repetidamente que las deficiencias regulatorias dejan una imagen incompleta de la cantidad de sustancias tóxicas que la industria emite al aire, inyecta al suelo o produce como desechos.

El estudio financiado por Pensilvania llega inmediatamente después de otros estudios que encontraron tasas más altas de cáncer, asma, bajo peso al nacer y otras afecciones entre las personas que viven cerca de campos de perforación en todo el país.

La industria del gas ha sostenido que el fracking es seguro y grupos industriales en Pensilvania apoyaron la iniciativa de Wolf para llegar al fondo de los casos de cáncer pediátrico. Los hallazgos del estudio están surgiendo bajo el nuevo gobernador Josh Shapiro, también demócrata, que sucedió a Wolf en enero.

La llegada de la fracturación hidráulica de gran volumen combinada con la perforación horizontal a kilómetros de profundidad en el suelo durante las últimas dos décadas transformó a Estados Unidos en una superpotencia mundial de petróleo y gas.

Pero también provocó un torrente de quejas sobre la contaminación del agua y del aire, y sobre enfermedades y dolencias, mientras invadía las afueras y suburbios de estados como Texas, Colorado y Pensilvania.

Establecer la causa de los problemas de salud es un desafío.

Puede resultar difícil o imposible para los investigadores determinar exactamente cuánta exposición tuvieron las personas a los contaminantes del aire o del agua, y los científicos a menudo no pueden descartar otros factores contribuyentes.

Por eso, los investigadores de salud ambiental intentan recopilar suficientes datos para medir el riesgo y sacar conclusiones.

"La idea es que estamos recopilando evidencia de alguna manera sistemática, y estamos analizando esa evidencia y juzgando si la causalidad es una interpretación razonable", dijo David Ozonoff, profesor jubilado de salud ambiental que presidió el Departamento. de Salud Ambiental de la Universidad de Boston.